¿Qué es realmente un TFG en Derecho?
Empecemos por lo básico. El TFG Derecho no constituye simplemente «un trabajo más» que debemos presentar para finalizar nuestros estudios. Durante los 12 años que llevo en esta institución, he observado cómo, cada curso académico, resulta sorprendente la actitud con la que algunos estudiantes afrontan este documento que, dentro del ámbito jurídico, posee características metodológicas propias.
El Trabajo Fin de Grado en Derecho, lejos de representar un mero requisito administrativo para la obtención de la titulación, constituye la principal evidencia del desarrollo de competencias analíticas, argumentativas e investigadoras que caracterizan a un jurista en formación. A diferencia de otros ámbitos académicos, el TFG Derecho exige una particular capacidad para interpretar normativa, analizar jurisprudencia y construir argumentaciones sólidas fundamentadas en la dogmática jurídica.
El año pasado, durante una junta de facultad, comentábamos entre compañeros cómo la matrícula del TFG se ha convertido en motivo de ansiedad para muchos alumnos. «Tengo que matricular el TFG», me dicen con frecuencia en los pasillos, como si fuera una sentencia. Y no les falta razón para estar preocupados, realizar un buen trabajo requiere tiempo, dedicación y un amplio conocimiento de la disciplina.
Según el acuerdo establecido por el Consejo de Gobierno de nuestra universidad (y que sirve como referencia para muchas otras), dicha asignatura debe reflejar la madurez intelectual y metodológica adquirida. La creación de este reglamento, tras largas deliberaciones, buscaba precisamente garantizar que la selección y desarrollo del tema demostraran capacidad crítica y analítica.
Para poder matricularte (y esto es algo que suelen preguntar en secretaría constantemente), necesitas haber superado el 60% de los créditos totales. El artículo 25 de la normativa es bastante claro en este sentido, aunque cada centro puede establecer requisitos adicionales. Si tienes dudas, mi consejo es que consultes la página web de la facultad donde suelen publicar toda la información actualizada.
Estructura: el esqueleto que sostiene tu trabajo
A menudo me preguntan: «¿Por dónde empiezo?». La respuesta siempre es la misma: por una estructura clara. No se trata de rellenar páginas sin más, sino de construir un texto coherente que siga determinadas pautas.
Una buena estructura incluye:
- Portada: Parece obvio, pero he corregido TFG donde faltaban datos básicos. Incluye siempre el nombre de la universidad, el título (conciso pero descriptivo), tu nombre y el de tu tutor.
- Índice: Te sorprendería saber cuántos trabajos llegan a mi mesa sin un índice correctamente elaborado. El índice no es un simple formalismo, sino una herramienta que guía al lector.
- Resumen: Unas 250 palabras que sintetizan tu trabajo. Es lo primero que lee el tribunal, así que cuida su redacción.
- Palabras clave: Selecciona términos relevantes que identifiquen tu investigación. No es lo mismo un trabajo sobre «responsabilidad civil» que sobre «responsabilidad civil en accidentes de tráfico».
El cuerpo del trabajo debe seguir una estructura lógica que normalmente incluye introducción, marco teórico, metodología, resultados, discusión, conclusiones y bibliografía. Tras años leyendo trabajos de alumnos, puedo asegurarte que esta estructura, aunque pueda parecer rígida, ayuda enormemente a organizar las ideas.
La elección del tema: una decisión más importante de lo que crees
He visto a estudiantes bloqueados durante semanas porque no sabían qué tema elegir. Mi consejo siempre es: elige algo que realmente te interese. Pasarás muchas horas investigando sobre ello, así que debe ser un tema que te motive.
Si te apasiona el Derecho Internacional Privado, no te dejes llevar por la «moda» de hacer un TFG sobre protección de datos solo porque está de actualidad. Cada área de conocimiento tiene temas fascinantes por explorar.
¿Un truco que siempre comparto con mis alumnos? Haz una lista de posibles temas y dedica un día a cada uno. Busca información, lee un par de artículos y valora si realmente te interesa profundizar en ello. A veces, un tema que parecía apasionante se revela como demasiado complejo o con poca bibliografía disponible.
En cualquier caso, recuerda que siempre puedes solicitar cambiar de tema si te encuentras con un callejón sin salida. No es lo ideal, pero es posible. He tenido casos de estudiantes que tras varias semanas descubrieron que su tema inicial no daba para un TFG completo.

Investigación y redacción: el día a día del trabajo
Si hay algo que he aprendido es que no existe «la» forma correcta de investigar y redactar. Cada persona tiene sus métodos, pero sí puedo compartir algunas pautas que han funcionado para muchos de mis tutorados:
- Empieza a escribir desde el primer día. No esperes a tener «toda» la información. La escritura es una herramienta de pensamiento que te ayudará a ordenar ideas. He visto alumnos que tras tres meses de lectura, se sentaban por primera vez a escribir y se bloqueaban.
- Formula preguntas en lugar de afirmaciones. En vez de plantearte «voy a hablar sobre la responsabilidad civil», pregúntate «¿cómo ha evolucionado jurisprudencialmente la responsabilidad civil en los últimos 10 años?». Las preguntas son el motor de la investigación.
- No tengas miedo a cambiar el enfoque. A veces, tras varias semanas de trabajo, descubrimos que el planteamiento inicial no funciona. Es normal, forma parte del proceso.
- Usa bien las fuentes. Esto es fundamental: siempre que utilices ideas ajenas, cítalas correctamente. El plagio es una falta grave y, además, los tribunales están cada vez más atentos a este tipo de prácticas. Si tienes dudas sobre cómo citar, consulta las guías de citación o pregunta en biblioteca.
La defensa: esos 25 minutos cruciales
Aún recuerdo mi propia defensa del TFG: las horas de preparación, los nervios el día antes, la sensación de que se me olvidaría todo… Después de presenciar cientos de defensas como miembro de tribunal, puedo asegurarte que esos 25 minutos (que suele ser el tiempo establecido en la mayoría de facultades) son decisivos.
La convocatoria para defender tu trabajo llegará tras presentar toda la documentación requerida. Normalmente, tendrás que entregar el texto final con unos 10 días de antelación a través de la sede electrónica o el campus virtual, según establezca tu centro.
Mi consejo es: prepara bien esa hora de exposición y preguntas. No se trata de memorizar un discurso, sino de conocer tan bien tu trabajo que puedas hablar de él con naturalidad. Los tribunales valoramos mucho más la capacidad de responder con solvencia a las preguntas que una exposición perfectamente memorizada.
Si te toca defender de manera virtual (algo cada vez más común tras la pandemia), asegúrate de tener una buena conexión a internet y un espacio tranquilo. He presenciado defensas interrumpidas por mascotas, obras o familiares que entran en la habitación, situaciones que pueden desconcentrarte.
Después de la defensa: ¿y ahora qué?
Tras defender tu trabajo, automáticamente se genera el acta con tu calificación. Si has obtenido una buena nota (generalmente un notable alto o sobresaliente), es posible que tu tutor te proponga publicar el trabajo en el repositorio institucional. No lo dudes, es una excelente oportunidad para dar visibilidad a tu investigación.
El trámite para la publicación suele ser sencillo: firmar un formulario de cesión de derechos (no te preocupes, sigues siendo el autor y mantienes tus derechos) y enviar la versión final en formato PDF. Recuerda que puedes elegir una licencia Creative Commons que determine cómo puede utilizarse tu trabajo.
La mayoría de universidades permiten acceder a sus repositorios incluso después de finalizar los estudios. Volver a consultar trabajos anteriores puede ser de gran ayuda cuando, ya en el ámbito profesional, necesites información sobre un tema específico.
Recursos que no deberías ignorar
Después de ver a tantos alumnos sufriendo innecesariamente durante el proceso del TFG, tengo claro que muchos no aprovechan las herramientas que la universidad pone a su disposición:
- La biblioteca: No hablo solo de los libros físicos, sino de todas las bases de datos jurídicas a las que tienes acceso como estudiante. Aranzadi, La Ley, vLex… son recursos que costarían miles de euros en el ámbito profesional y que tienes a tu disposición.
- Cursos y talleres: Muchas facultades organizan anualmente sesiones sobre cómo elaborar un TFG. Suelen durar unas cuatro horas y pueden ahorrarte semanas de trabajo. Pregunta en consejo de estudiantes o en el vicedecanato correspondiente.
- Tu tutor: Parece obvio, pero he visto a demasiados estudiantes que apenas consultan con su tutor. Las tutorías no son un mero trámite, sino una oportunidad para recibir orientación personalizada.
- Antiguos TFG: Consultar trabajos de años anteriores (disponibles normalmente en la biblioteca o en el repositorio) puede darte una idea muy clara de qué se espera de ti.
¿Un último consejo? No dejes todo para el final. El TFG no es un trabajo que pueda hacerse en una semana. Requiere tiempo, reflexión y varias revisiones. Sigue las pautas de tu facultad, consulta las dudas que surjan y, sobre todo, disfruta del proceso. El TFG puede ser una de las experiencias más enriquecedoras de tu etapa universitaria si lo enfocas adecuadamente.
Por cierto, guarda siempre copias de seguridad de tu trabajo. Después de años como profesor, he escuchado demasiadas veces la frase «se me ha estropeado el ordenador y he perdido todo». No dejes que te ocurra a ti.